pensamientos filosoficos de ruben dario



¿Rubén Darío filósofo?
 “Tengo un alma tan singular que no me reconozco a mí mismo.”

Darío y la filosofía de su tiempo

En filosofía, Darío reacciona contra el positivismo, e inclina su interés hacia la teosofía de Annie Besant y Helena Blavatsky, así como por los estudios de Max Nordau sobre la degeneración, y las nuevas filosofías de la vida de Henri Bergson y Arthur Blondel, La espiritualidad de la Blavatsky y la mística de Bergson se acercan más al credo modernista que las doctrinas propugnadas por Augusto Conté ; pero en definitiva Darío no puede ser positivista en tanto esta filosofía se opone a la metafísica y a la teología por considerarlas imperfectas, mientras que para él las cosas están transidas de una esencia espiritual que las convierten en objeto de la poesía por el simple hecho de esa metafísica del poeta. Es en su narrativa donde más se aprecia la influencia de la teosofía en Darío, aunque en sus versos late una honda metafísica y descubrimos la mirada mística del poeta apresando un mundo sublime en juegos de vocablos y orquestaciones fónicas.
No obstante, aunque no se propuso llevar a cabo una demostración teórica, no pudo dejar de transmitir en su poesía algún substrato de visión organizada del mundo, en la medida que su poesía y sus análisis críticos literarios estaban en contacto con la vida, e intentaban dar cuenta de los fenómenos sensoriales. Sin embargo, estos atisbos de conciencia filosófica, no se corresponden con una visión integral coherente.

Darío, abiertamente proclamó que no seguía ninguna teoría filosófica. Querer atribuirle una visión conscientemente filosófica, es subestimar la decisión intelectual de Darío de no adherir a ninguna teoría. Posiblemente, en este aspecto, un investigador serio pueda rastrear en su obra artística una influencia ecléctica, afín a su sensibilidad integradora de tendencias desde una posición original que, además, Darío consideraba como una cualidad del modernismo.

Pensamientos de Dario

Sin mujer, la vida es pura prosa.
El eterno femenino puede tornar humano lo divino.
La mujer musa es la de carne y hueso.
Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!
¡Dejad al huracán mover mi corazón!
Pero tu carne es pan, tu sangre es vino.
Si pequeña es la patria, uno grande la sueña.
El canto vuela, con sus alas: armonía y eternidad.
Para qué querré yo la vida cuando no tenga juventud.
Cuando quiero llorar, no lloro... Y a veces lloro sin querer.
Eres un universo de universos y tu alma una fuente de canciones.
Un buen libro es el mejor de los amigos, lo mismo hoy que siempre.
Entre sus cejas vivas vi brillar una estrella. El cielo estaba azul, y yo estaba desnudo.
Es la tarde gris y triste. Viste el mar de terciopelo y el cielo profundo viste de duelo.
No dejes apagar el entusiasmo, virtud tan valiosa como necesaria; trabaja, aspira, tiende siempre hacia la altura.
Y en este titubeo de aliento y agonía, cargo lleno de penas lo que apenas soporto. ¿No oyes caer las gotas de mi melancolía?
Y cuando la montaña de la vida nos sea dura y larga y alta y llena de abismos, amar la inmensidad que es de amor encendida ¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos!

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